sábado, 22 de noviembre de 2014

MARCOS BALFAGÓN
Se estima que en la Tierra hay 1,7 millones de especies; la humana es, con respecto a las demás, la depredadora por excelencia. Es capaz, por ejemplo, de hacer desaparecer en menos de 40 años el 99% de los ejemplares de otra especie por una moda mal gestionada: es lo que le ha ocurrido al pez globo de China, que durante millones de años pudo sobrevivir a los depredadores naturales gracias a su capacidad de hincharse para asustarlos. Pero el gusto por el sashimi japonés ha hecho aumentar de tal modo su pesca que casi ha desaparecido. La presión del consumo está acabando también con el avestruz somalí y la anguila asiática, y amenaza a otras como el atún rojo.

Ello es, en parte, consecuencia de no limitarse al consumo de proximidad. La globalización de los hábitos y las facilidades de transporte extienden los gustos y hacen que toda la demanda se concentre sobre lo más buscado.

Una nueva revisión de la Lista Roja de Especies Amenazadas que publica desde 1964 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza eleva hasta 22.400 las que están en peligro, de las cuales hay 4.635 en riesgo crítico de extinción, que podrían sumarse a las 832 ya desaparecidas.

En algunas especies la amenaza no proviene del exceso de caza o de pesca, sino de la alteración del hábitat. Es el caso del buitre negro, que ha desaparecido de buena parte de Europa y del que apenas quedas unos miles de ejemplares en la península Ibérica. La causa ha sido la falta de alimento, una situación que en España se ha paliado en parte al levantarse la prohibición de dejar restos de caza o de reses muertas en el campo, adoptada en la crisis de las vacas locas.

Pero en Tanzania o Sudáfrica los buitres desaparecen por la creencia de que fumar su cerebro disecado mejora la vista, dada la portentosa capacidad que tienen de ver desde mucha altura. Y los cazadores furtivos de elefantes y rinocerontes contribuyen también a la desaparición: para evitar que su presencia les delate, envenenan los animales que cazan. Se estima que por cada elefante cazado mueren unos 600 buitres. Son solo algunos ejemplos de lo variadas que son las causas de extinción, lo que plantea la necesidad de aumentar la protección y las inspecciones.

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