domingo, 22 de enero de 2023

6.10. La búsqueda de la lengua perfecta

 No podríamos contrastar nuestros pensamientos con los de otras personas y, por lo tanto, verificarlos, si no dispusiéramos de un instrumento para objetivarlos, es decir, exteriorizarlos.  Dicho instrumento no es otro que el lenguaje verbal. ... Mediante el lenguaje verbal podemos traducir a signos lingüísticos los perceptos/conceptos, los juicios y los razonamientos. Y sólo a través del análisis de estos signos lingüísticos logramos acceder a un conocimiento intersubjetivo de la Realidad. ... El lenguaje es el único modo que tenemos para exteriorizar y objetivar nuestros pensamientos y conocimientos. Pero el lenguaje natural que usamos habitualmente nos induce frecuentemente a errores y confusiones, por eso se han elaborado infinidad de lenguajes artificiales cuyo objetivo principal es el de subsanar las deficiencias de ese lenguaje natural  (uno de esos lenguajes es el lenguaje formal de la lógica).

La búsqueda de la lengua perfecta es una de las más viejas utopías de la humanidad. Y es que, una lengua con la cual se pudiesen transmitir con absoluta precisión todos nuestros conocimientos, una lengua que permitiese a los seres humanos ponerse de acuerdo en los temas fundamentales, sería la llave para solucionar todos los problemas y conflictos epistemológicos que nos afligen. ...

El lenguaje natural es el primer lenguaje que utilizamos, y lo llamamos natural porque lo aprendemos de forma espontánea, casi sin darnos cuenta: es el lenguaje coloquial, el de uso cotidiano y común. ... Los lenguajes naturales se caracterizan por su gran riqueza expresiva y creativa (de hecho, constantemente se están generando nuevos términos y usos). … Este lenguaje es útil para las relaciones sociales habituales, pero presenta numerosas deficiencias cuando se trata de expresar contenidos científicos, ya que en él abundan, por ejemplo, (1) los términos equívocos (ej.: las palabras “gato” y “cola” significan cosas distintas, según cada contexto; son polisémicas); (2) los enunciados con significado ambiguo (ej. en la frase “El burro de Juan llevó todo el peso”, ¿a quién hace referencia la palabra “burro”, al animal que llamamos burro y cuyo propietario es Juan o al propio Juan que es un animal?); y  (3) las paradojas (ej.: si alguien dice la frase ”Soy un mentiroso”, nos encontramos en la paradójica situación de que la frase solo puede ser verdadera si es falsa, y viceversa). … Estos y otros problemas desaconsejan el uso del lenguaje natural cuando se busca la máxima objetividad y rigor para comunicarnos. …

   Los lenguajes artificiales son aquellos que han sido elaborados por los científicos para superar las deficiencias de los lenguajes naturales a la hora de expresar los contenidos de las ciencias.  Ello lo consiguen, por ejemplo,  fijando de manera unívoca el significado de los términos y expresando con precisión el contenido de los enunciados.  … Los lenguajes artificiales se caracterizan, pues, por ser más rigurosos  y exactos que los lenguajes naturales. ... Entre los numerosos lenguajes artificiales elaborados por los científicos podemos citar como los más precisos y exactos los lenguajes formales de la Matemática y de la Lógica.

Los lenguajes formales se crean, como ya hemos visto, sustituyendo los signos del lenguaje natural por otros signos (símbolos) totalmente vacios de contenido significativo, es decir, que prescinden de los referentes concretos de los signos del lenguaje natural, quedándose solo con la forma en que se relacionan entre sí (se evitan así, en gran parte,  los equívocos, las ambigüedades y las paradojas del lenguaje natural). … Por  ejemplo,  cuando en Matemática realizamos el siguiente cálculo  3+2=5,  o en Lógica establecemos la siguiente relación “Si todo A es B, y si todo C es A; entonces todo C es B”,  prescindimos de los posibles objetos a que se pueden referir los números (3,2,5) o las letras (A,B,C)   y nos atenemos exclusivamente a las relaciones establecidas entre ellos (y es que,  tanto en Matemática como en Lógica, es totalmente indiferente que los símbolos se refieran a unos o a otros objetos). …

Hasta el Siglo XIX, la Lógica mantuvo siempre una relación directa con los razonamientos formulados en lenguaje natural. Por eso aunque era una lógica formal (solo tenía en cuenta la forma de los razonamientos), no era una lógica simbólica (no traducía a fórmulas esos razonamientos, o sea, no los simbolizaba completamente).  … Pues bien, debido a esa estrecha vinculación con el lenguaje natural, la Lógica tradicional no estaba exenta de ciertas dosis de ambigüedad e imprecisión. …

La idea de un lenguaje preciso y de un cálculo exacto de razonamiento obsesionaba ya a un gran filósofo español del siglo XIII, y fue retomada e impulsada por uno de los más importantes filósofos racionalistas en el siglo XVII. Las investigaciones de ese gran filósofo sobre el lenguaje constituyen el antecedente remoto del desarrollo de la lógica moderna (siglo XIX). … La idea de un lenguaje perfecto, capaz de corregir todas las deficiencias del lenguaje natural, estuvo ligada desde el principio a la idea de una máquina capaz de procesar dicho lenguaje: un instrumento que podría incrementar la razón humana “más allá de los instrumento ópticos” cómo el microscopio y el telescopio. … Precisamente, este era el sueño de aquel gran filósofo racionalista del siglo XVII, según el cual, “llegará el día en que  no habrá ya más disputas entre dos filósofos que las que hay entre dos contables. Será suficiente con que cada uno coja su lápiz (o máquina) y diga: `Calculemos´ ”. 

Aquel filósofo soñador no tuvo la oportunidad de desarrollar su lenguaje perfecto y universal ni su máquina (todo lo más una calculadora muy simple), sin embargo ese sueño comenzaría a hacerse realidad en el siglo XX: el lenguaje perfecto es el de la Lógica matemática y la máquina que lo procesa es el moderno ordenador (un lenguaje cada vez más preciso y exacto y una máquina cada vez más potente y funcional). ...

 

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