domingo, 15 de enero de 2023

12.7. La crisis del pensamiento utópico: las distopías

 A lo largo del  siglo XX y hasta la actualidad, el pensamiento utópico ha ido debilitándose y cediendo el protagonismo al pensamiento distópico. … El optimismo de los primeros tiempos de la modernidad (XVIII y XIX), generado  por la confianza en que el desarrollo científico-tecnológico nos haría progresar hacia un mundo cada vez mejor, comienza a ser sustituido por el pesimismo generado, precisamente, por la desconfianza que suscita ahora ese mismo desarrollo científico-tecnológico, sobre todo, a raíz de las dos grandes guerras mundiales, en las que se pudo comprobar el enorme poder de destrucción de las nuevas tecnologías, y a lo cual hay que unir también los negativos problemas medioambientales derivados de la industrialización creciente y un desarrollo cada vez menos sostenible por el planeta (agotamiento de los recursos, contaminación, cambio climático). … 

El siglo XX ha acabado con la ilusión de la utopía comunista, que tantas expectativas había suscitado en tanta gente desde la segunda mitad del siglo XIX. Se ha ido perdiendo la fe en ella, pues la mayoría de los intentos por llevarla a la práctica o bien han fracasado, o bien han degenerado en totalitarismos: se nos anunciaba que se iban a hacer las cosas mucho mejor, pero “primero se tenía que”.  Siempre hay un “primero tenemos que”, y suele implicar la anulación de la libertad individual y torturar y matar a mucha gente; nunca se llega a la parte buena, a la sociedad ideal. …

Hoy en día, incluso esa utopía llamada democracia no parece estar libre de una deriva totalitaria: cada vez vemos más lejana la posibilidad de un control real del poder por parte de todos los ciudadanos, y cada vez nos parece mas factible un mundo futuro dominado por las máquinas (y por quienes las controlan). …

Por otro lado, el sistema económico capitalista, que para la mayoría de los países del mundo se ha constituido en el único sistema viable para la generación de riqueza y bienestar general, en muchos países se está revelando realmente como un sistema generador de pobreza y malestar generalizados: la riqueza se concentra cada vez más en menos manos, mientras que la mayoría de los ciudadanos se ven abocados a la pobreza y a la marginalidad. …

A este respecto, recientemente, un prestigioso escritor  e historiador israelí nos ha advertido en su libro “21 lecciones para el siglo XXI” (2018) sobre la probabilidad de que en un futuro “toda la riqueza y todo el poder podrían estar concentrados en manos de una élite minúscula, mientras la mayoría de la gente sufriría no la explotación, sino algo mucho peor: la irrelevancia”. …

Como consecuencia de ese creciente pesimismo y desilusión, y como respuesta a las utopías literarias,  comienzan a surgir en la primera mitad del siglo XX una serie de obras que se han dado en llamar distopías (antiutopías o utopías negativas);  obras que, a su vez, han sido utilizadas como fuente de inspiración para muchas películas de ciencia-ficción.  A diferencia de las utopías positivas, las distopías no proponen una sociedad futura ideal (y, por tanto, deseable), sino que describen una sociedad futura que no parece adecuada para el ser humano y a la que, sin embargo, éste llegará si no cambia su forma de actuar.

Entre las obras más representativas del subgénero distópico figuran estas tres: Un mundo feliz” (1932), “1984” (1948) y  Farenheit 451” (1953). …

Las distopías tienen dos lamentables  fuentes de inspiración: (1) los regímenes totalitarios de Europa de la primera mitad del siglo XX (nazismo, fascismo, comunismo) y (2) el uso de la ciencia y de la técnica con fines militares o de control de la información y de las personas. …

Las distopías cumplen un doble objetivo: (1) denunciar la deriva totalitaria de los Estados,  y  (2) advertirnos de lo que ocurrirá “si no hacemos nada por evitarlo”. …

En general, las obras pertenecientes a la literatura distópica comparten estas tres características:

1.   Los mundos futuros que nos describen se encuentran dominados por las grandes multinacionales tecnológicas, las cuales ejercen un control absoluto sobre los individuos (al no dejar apenas espacio para la vida privada). …

2.   La llegada de esos mundos futuros se nos anuncia como algo que sucederá de forma inexorable, pues son consecuencia necesaria de tendencias sociales actuales (extrapoladas en finales muchas veces apocalípticos). …

3.   La mayoría de los individuos de esos mundos futuros o están convencidos de que realmente viven enel mejor de los mundos posibles” o viven atemorizados por los terribles y eficaces métodos de represión y control. …

Entre las obras utópicas  y las distópicas podemos establecer las siguientes cuatro diferen-cias:

1.    Las utopías nos describen un mundo mejor que el nuestro (y por tanto, deseable); …  las distopías nos describen un mundo peor que el nuestro (y por tanto, indeseable). …

2.    Las utopías transcurren en mundos aparte y en un tiempo impreciso; … las distopías transcurren en nuestro mundo y en un futuro más o menos próximo. …

3.    Las utopías pretenden orientar nuestros pasos hacia un mundo mejor; … las distopías tratan de advertirnos sobre los errores que pueden llevarnos a un mundo peor. …

4.    Al mundo utópico se intenta llegar mediante una revolución radical; … al mundo distópico se llegará inexorablemente, si no ponemos remedio, mediante una evolución gradual de la sociedad actual. …

 

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