sábado, 21 de enero de 2023

7.4. La racionalidad tecnológica

 Si con la actividad tecnológica logramos transformar no solo nuestro medio ambiente, sino también a nosotros mismos, es lógico pensar que no da lo mismo actuar de una forma que de otra:  en cada caso debemos optar por aquellas acciones de las que se deriven las mejores consecuencias para el medio ambiente y para nosotros. … Pues bien, para guiar nuestra conducta contamos con un instrumento excepcional: la razón; de ahí que se haya definido al ser humano como  `el animal racional´. … Ahora bien, el ser humano no siempre se comporta de forma racional, es decir, no siempre su conducta responde a “razones” (pensemos en los muchos desastres derivados de la actividad tecnológica: deforestación, contaminación, guerras...); por eso sería más apropiado definir al ser humano como `el animal racional e irracional´. Y de ahí, que tenga sentido afirmar que es preciso introducir racionalidad en la actividad tecnológica. … El problema está en determinar qué debemos entender por racionalidad tecnológica. Lo lógico sería pensar que la actividad tecnológica es racional cuando tiene en cuenta no sólo los medios, sino también los fines: cuando elige bien no solo los instrumentos y técnicas para conseguir algo, sino que también elige bien aquello que es más conveniente conseguir para un auténtico progreso humano. …

La racionalidad tecnológica no sólo debe tener en cuenta factores como la eficiencia, los materiales, el ahorro de tiempo, la economía, la rentabilidad etc.,  sino también los efectos (positivos y negativos) que de ella se derivan para las personas y para el medio ambiente. 

Sin embargo, durante mucho tiempo (hasta mediados del siglo XX) la racionalidad tecnológica fue, casi exclusivamente, una racionalidad de los medios, es decir, una racionalidad que se ocupaba preferentemente de la elección de los medios más eficaces para alcanzar los fines propuestos, pero que apenas se preocupaba de si los fines eran en sí mismos moralmente buenos o malos. …

A este tipo de racionalidad tecnológica se la suele llamar `racionalidad instrumental´, y puede ser definida como aquella racionalidad que tiene como objetivo fundamental determinar cuáles son los medios más adecuados (desde el  punto de vista técnico y/o económico) para conseguir ciertos fines (sean los adecuados o no desde el punto de vista ético y/o político).  

El imperativo por el que se rige la racionalidad de los medios o `racionalidad instrumental´ parece ser este:Lo que tecnológicamente se puede hacer, ha de hacerse” (sin reparar en las consecuencias). … La aceptación de este imperativo suele fundamentarse en una serie de postulados y principios tecnológicos, como los siguientes:

1.   Postulado de neutralidad: “La tecnología es neutral”. Es decir, la tecnología no es, de por  sí, ni buena ni mala (ética o políticamente); todo depende de los fines para los que se utilice. …

2.   Postulado de instrumentalidad: “Todo puede ser objeto de manipulación y/o transformación tecnológica”. Incluido el ser humano. De modo que la tecnología, de ser un instrumento, pasa a instrumentalizarlo todo. ...

3.  Principio de autocorrección: “Si la aplicación de una tecnología produce efectos no deseados, otra tecnología pondrá remedio”. … Lo cual implica que no debe haber marcha atrás: los problemas producidos por la tecnología se solucionan con más tecnología. …

4.   Principio de fatalidad: “El desarrollo tecnológico no tiene límites”. ... Y es inútil que pretendamos ponérselos. El proceso es imparable. ... Ya la guía de la Exposición Universal de Chicago (1933) se abría con este lema:La ciencia descubre / La industria aplica / El ser humano se resigna”. …

5.   Principio de eficacia: “La eficacia se mide en función del ahorro de tiempo y de capital invertido”. ... Y el cálculo se realiza con frecuencia sin tener en cuenta la degradación ambiental, el costo social, etc. (“El progreso exige sacrificios”). …

Ahora bien, a poco que se medite sobre estos postulados y principios fundamentales de la racionalidad instrumental, nos daremos cuenta de que ese tipo de racionalidad, por sí solo, puede llevarnos a planteamientos poco éticos y a consecuencias devastadoras (como las de las dos grandes guerras mundiales del siglo pasado). Es por eso que, desde la segunda mitad del siglo XX, dicha racionalidad comenzó a ser complementada por otra de carácter más crítico que tenía en cuenta no sólo los medios empleados para alcanzar los fines propuestos (como hacía la racionalidad instrumental), sino los fines mismos. …

A esta racionalidad se la suele llamar `racionalidad crítica´, y puede ser definida como aquella racionalidad que tiene como objetivo fundamental determinar cuáles son los fines (y los medios) más adecuados para conseguir un auténtico progreso humano (no solo desde el punto de vista técnico y/o económico, sino, y sobre todo, desde el punto de vista ético y/o político). …

El imperativo por el que se rige la `racionalidad crítica´ parece ser este:No todo lo que tecnológicamente se puede hacer, debe hacerse” (hay que reparar en las consecuencias). …

 

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