viernes, 20 de enero de 2023

8.7. Hacia una ética cívica y democrática universal

 En las sociedades democráticas impera un pluralismo ético-moral, pues no todas las personas compartimos los mismos valores, ideales y normas morales. … Según algunos pensadores, esto se debe a que las cuestiones morales, a diferencia de las científicas (que son objetivas y universales), son subjetivas y relativas, es decir, varían según las personas los grupos, las épocas y las culturas. … Sin embargo, ese relativismo moral no puede impedirnos aspirar a construir una ética cívica y democrática universal. …

Dos deben ser las características principales de esa ética cívica y democrá-tica universal:

1.   Socialmente debería ser una ética de mínimos: mínimos de justicia -objetivos y universales-, que todos los ciudadanos deberían asumir para lograr una convivencia pacífica. …

En cuanto ética de mínimos, la ética cívica y democrática estaría en la línea de las éticas formales (deontológicas-discursivas), pues se compondría de un conjunto de deberes universalizables. …

2.   Individualmente podría ser una ética de máximos: máximos de felicidad -subjetivos y relativos-, a que cada ciudadano podría aspirar según su ideal de “vida buena”. …

En cuanto ética de máximos, la ética cívica y democrática estaría en la línea de las éticas materiales (teleológicas-axiológicas), pues se compondría de un conjunto de principios, fines, normas, valores, etc. no-universalizables. …

Tres deben ser los objetivos principales de esa ética cívica y democrática universal:

1.   Aplicar los mínimos de justicia a todos los ámbitos de la vida social: laboral, sanitario, educativo, etc.

2.   Promover el respeto al pluralismo ético-moral de las sociedades democráticas: es decir, que entre los deberes que componen los mínimos de justicia que todos los ciudadanos han de compartir, se encuentre el deber de respetar los modelos de “vida buena” de los distintos grupos y culturas. 

3.   Aspirar a construir un “nuevo orden internacional” basado en unos principios universales de justicia y de respeto a las diferencias (como los que se recogen en la Declaración Universal de los Derechos Humanos). …

Tres deben ser los valores mínimos (ideales) de esa ética cívica y democrática universal:

1.   Libertad: entendida como el derecho que una persona tiene a pensar, opinar y obrar según su conciencia; derecho que debe ser garantizado y potenciado por los poderes del Estado, siempre y cuando no se trate de una libertad abusiva (o libertinaje) que interfiera negativamente con la libertad de los otros (limitándola o anulándola totalmente). …

La libertad conlleva responsabilidad. ... Responsabilidad ante nosotros mismos y ante los demás (porque mis actos afectan tanto a mi persona como a la de los otros; del mismo modo que los actos de los otros me afectan a mí). … La responsabilidad supone hacerse cargo de las consecuencias de las propias acciones y asumir la reparación de los daños que se causen. …

...La libertad se institucionaliza en una serie de derechos o libertades específicas: de pensamiento, de expresión, de asociación, de reunión, de tránsito, de empleo, de religión, etc.  … Se trata de los célebres derechos del ser humano en tanto ser humano, que constituyen la base real de la ciudadanía moderna. …

2.   Igualdad: entendida como el derecho que una persona tiene a gozar de los mismos derechos que todos sus conciudadanos, sin ser discriminada socialmente por ningún tipo de razón (edad, sexo, religión, nivel económico, etc.); derecho que debe ser garantizado y potenciado por los poderes del Estado, siempre y cuando no se trate de una igualdad uniformadora (o igualitarista) que pretenda abolir el pluralismo y la diversidad constitutivos de las sociedades democráticas modernas. …

La igualdad de derechos conlleva la igualdad de deberes. … A cada derecho le corresponde un deber. Por ejemplo, tengo derecho a que se respete mi libertad de expresión, pero también tengo el deber de respetar la libertad de expresión de los demás. … (Derechos y obligaciones son recíprocos). …

3.   Solidaridad: entendida como el deber que una persona tiene de ayudar desinteresadamente a otra; deber que debe ser fomentado y potenciado por los poderes del Estado, siempre y cuando no se trate solo y exclusivamente de una solidaridad localista (o particular), sino también, y sobre todo, de una solidaridad universalista (o global). La solidaridad debe ser ejercida no solo para con los intereses de un grupo social determinado, sino para con los del conjunto de toda la Humanidad (fraternidad universal).  

La solidaridad con los otros conlleva la tolerancia de ciertas diferencias y el reconocimiento de que todas las personas tienen nuestros mismos derechos. … La tolerancia implica asumir el valor de la pluralidad y la diversidad, y renunciar al etnocentrismo cultural. …

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