9.1. Concepción
de la Estética.
9.2. La
dimensión estética del
ser humano.
9.3. La
experiencia estética.
9.4. El
gusto estético.
9.5. El
arte.
9.6. El
artista.
…Conviene
que el que quiera proceder con acierto en este camino, comience desde que es
joven por despertar a los cuerpos bellos y en primer lugar a un solo cuerpo y
siembre así bellas máximas. Luego debe comprender enseguida que la belleza que
hay en un cuerpo cualquiera es hermana de la que hay en otro, y que si ha de ir
en persecución de la belleza en su idea misma, será mucha necedad no considerar
como una sola y una misma belleza, la
que existe entre los cuerpos. Cuando se haya penetrado de este pensamiento, se
constituirá en amante de todos los cuerpos bellos y cederá en la vehemencia de
su amor a uno solo, despreciando y teniendo en poco este amor exclusivo.
…Después de esto deberá refutar la belleza del
alma, más estimable que la del cuerpo,
de modo que si encuentra un alma convenientemente dispuesta, aunque su cuerpo
no sea de gran hermosura, será el devoto constante de ella y dará nacimiento a
pensamientos que enseñarán y fortificarán el carácter, a fin de que, precisado
a contemplar la belleza en las acciones y en las leyes, conozca que toda
belleza es congénere consigo misma, para
que estime como muy poca cosa la belleza del cuerpo.
…De la contemplación de las acciones, se elevará a
la de las ciencias, a fin de que vea también la belleza de las ciencias y
dirigiendo su mirada a una más amplia belleza no se esclavice, limitándose a la
belleza de una sola como el amante servil que ama a la belleza de una joven o
de un hombre, o de una sola acción, ni se haga un vil y mezquino amante, sino
que volviéndose a contemplar el inmenso piélago de belleza, produzca renovados,
bellos y magníficos pensamientos y discursos, en una abundante y rica
filosofía, hasta que su espíritu, robusteciéndose y creciendo en ella, llegue a
contemplar una sola ciencia, que es la ciencia de la belleza.
(…)El que contemplando por su orden y como es debido los objetos bellos, haya sido conducido aquí en los misterios del amor, llegando ya entonces al último grado de la iniciación, de pronto verá presentarse a su vista una Belleza de naturaleza admirabilísima; (…): Belleza eterna, increada, imperecedera, que ni nace ni perece, ni crece ni decrece: Belleza que no es en parte bella y en parte fea; ni bella en un tiempo y fea en otro; ni bella con relación a una cosa y fea con relación a otra; ni bella aquí y allí fea; ni bella para unos y fea para otros. Ni se le presentará la belleza como una cara, ni como manos, ni como cualquier forma corpórea; tampoco como pensamiento cualquiera, ni como una ciencia determinada, ni residiendo en otra cosa que ella misma, en un animal, en la tierra, en el cielo, ni en otra parte cualquiera, sino que subsiste ella en sí misma, eternamente idéntica consigo: Belleza de la que participan todos las demás Bellezas, de una manera tal, que ya nazcan o perezcan todas ellas, no por eso la belleza es, en sí, mayor o menor, ni sufre variación alguna.”
(Platón. El Banquete )
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