jueves, 19 de enero de 2023

9.3. La experiencia estética

 Llamamos experiencia estética al encuentro que el ser humano tiene con la belleza, ya sea esta natural o artificial (arte). … Decimos que hemos tenido una experiencia estética cuando nos hemos emocionado con la percepción de algo bello, por ejemplo, al contemplar un paisaje o al escuchar una melodía musical. …

El término `emoción´ viene del latín `emotionis´ que, a su vez, deriva de `emovere´, que significa literalmente mover de (`=de; `movere´=mover).  Etimológicamente, pues, `emoción´ significa movimiento (cambiar de lugar o de estado). … Pero si algo se mueve es porque es impulsado o atraído por algo; y ese algo, en el caso de la emoción estética,  es la belleza. Por tanto, podríamos definir la emoción estética como el movimiento suscitado por la belleza: la belleza nos mueve y nos conmueve; nos saca de nuestro estado habitual y nos impulsa a trascender la realidad cotidiana. 

La emoción estética suele conllevar una serie de reacciones psicofisiológicas: se experimenta un gozo intenso, se altera el estado de atención, se produce cierta confusión mental; se eleva el ritmo cardíaco, se tienen escalofríos (“orgasmos de la piel” los llama alguno), se pone el vello de punta, etc.

Entre las características principales de la experiencia estética podemos citar las siguientes:

1.   Es una experiencia subjetiva: depende más del sujeto que del objeto. … Cierto que la belleza proviene de manifestaciones de los objetos, tales como la forma, el color, el movimiento, la armonía, el equilibrio, el sonido, etc. (también se la asocia, aunque en menor medida, a los sabores y los olores).  Pero la belleza no es una característica autónoma de los objetos, sino que sólo aparece cuando los objetos se confrontan con los sujetos, que los experimentan individualmente como contempladores, creadores o críticos. Esto explica que no todos consideremos bellas las mismas cosas y que haya tanta variedad de gustos estéticos. …

Debido a que la experiencia estética constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice que «la belleza no está en los objetos, sino en el ojo del observador». … Sin embargo, investigaciones recientes han puesto de manifiesto que donde realmente está la belleza es en el cerebro de quien mira: la belleza existe como concepto en el cerebro de cada uno. Por tanto, la clave está en determinar cómo se produce ese concepto subjetivo de belleza, y la respuesta parece ser que hay que buscarla en la experiencia personal: los cánones de belleza no están predeterminados por los genes, sino por las experiencias socio-culturales. …

2.   Es una experiencia desinteresada: consiste en el goce de la belleza en sí misma, sin ningún otro interés. … Y es que, el interés por la belleza de las cosas es inde-pendiente del interés por la utilidad de las mismas (de ahí que algún autor haya dicho que el interés estético es un “interés desinteresado”).  Con todo, hay que precisar que el “desinterés” es un criterio límite de la experiencia estética (el desinterés absoluto no existe). Por tanto, lo único que podemos afirmar es que una experiencia será tanto más estética cuanto más desinteresada sea. …

…¡Ojo!: el desinterés de la experiencia estética no es un desinterés absoluto, pues si lo fuera nos resultaría indiferente que las cosas fueran bellas o feas. … La verdad es que el ser humano está muy interesado en la belleza, lo que pasa es que para él la belleza es un fin en sí mismo y nunca un medio para otra cosa: el desinterés estético es solo un desinterés utilitarista. …

El ser humano no se aproxima a las “cosas bellas” con el fin de poseerlas o de usarlas, sino que lo hace por puro goce estético. … El goce estético, pues, se interpone y antepone al interés utilitarista; aunque tampoco lo excluya absolutamente. …

La belleza, junto a la verdad y a la bondad, son valores desinteresados en cuanto que complacen por sí mismos a quienes los experimentan: apreciamos la belleza por la belleza,  del mismo modo que apreciamos la verdad por la verdad y la bondad por la bondad. …

3.   Es una experiencia libre: no está determinada por reglas ni prejuicios. … Es decir, la experiencia estética no viene mediatizada por conceptos previos de cómo debe ser una cosa bella (nadie tiene una idea previa de cómo debe ser un pájaro bello, un río bello, un amanecer bello, etc.). La experiencia estética surge espontá-neamente como sentimiento gozoso ante ciertas cosas.  … Con todo, debemos precisar que una experiencia estética absolutamente libre de reglas y prejuicios solamente podemos tenerla como contempladores de “cosas bellas”;  nunca (o muy rara vez) como sus creadores o críticos. …

En el mundo de la experiencia estética no hay reglas ni juicios previos: la experiencia estética no está determinada por categorías universales de Belleza que se apliquen a casos particulares de belleza. … A cada experiencia estética le corresponde un estado mental concreto y único que se genera cuando el sujeto entra en relación con ciertos objetos. Por eso, todo juicio estético es singular, tiene la forma de “esa persona es bella” o “esta película es una obra maestra”. 

 

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